¿Nunca sintieron que de verdad les va todo
mal, y que no aguantan más porque tienen que hacer demasiadas cosas?
Probablemente lo hayan sentido muchas veces. Las dos últimas semanas fueron
tremendamente exhaustivas para mí. Estoy en época de exámenes finales,
sumándole a eso que mi colegio tiene doble turno: literalmente, estudiaba desde
que me despertaba hasta que me acostaba. En un momento realmente creí que me
iba a explotar la cabeza, estaba demasiado estresada. A todo esto agréguenle
que estoy terminando mi penúltimo año, y tengo que empezar a decidir desde ya
que voy a hacer el próximo: si me mudo a otra ciudad mejor para estudiar, si me
quedo aquí para no causar trastornos a mi familia, o si me voy de intercambio a
Inglaterra. Y las tres opciones tienen sus pro y sus contras.
Pero muchas veces las cosas cambian. El
viernes a la mañana una de mis mejores amigas me envía un mensaje de texto:
- Ceci,
¿vas a ver a Divididos?
+ No
creo Sofi, no tengo mi entrada... ¿Vos vas?
- ¡Por
eso te preguntaba! Yo te conseguí una entrada porque pensé que quizá no tenías.
Nos juntamos con todas las chicas el sábado a la tarde para ir, y cuando mi
papá nos va a buscar te llevamos a tu casa.
¿Pueden creer? En un minuto cambió todo. Rendí
todos los finales en el colegio y me fue más que bien, y cuando volví a la
tarde me preparé para ir a juntarme con mis amigos. Pasamos una noche hermosa
escuchando música, riéndonos, viendo películas, teniendo charlas filosóficas
bajo las estrellas a las cuatro de la mañana... Al otro día, nos levantamos y
desayunamos afuera. Realmente quería detener ese momento y que durara una
eternidad: estar con mis amigos en un lugar hermoso, disfrutando de
las pequeñas alegrías de la vida.
Llego a mi casa y mi mamá me estaba esperando
para almorzar, así después me iba a encontrar con mis otras amigas (hay que
aclarar que sin ayuda de mi mamá, no hubiera sobrevivido estas últimas semanas,
ni toda mi vida). Llegamos a las cinco de la tarde al festival. Conocí artistas
a los que nunca les había prestado mucha atención, y realmente me gustaron
mucho. Fui encontrándome con todos mis amigos, y armamos un grupo grande para
estar todos juntos durante los shows de las bandas principales.
Cuando empezó Divididos, estábamos lejos y
tuvimos que ir acercándonos de a poco como pudiéramos. Mi amigo me subió a sus
hombros durante las primeras canciones, y después nos fuimos acercando más y
más. Me emociona demasiado ver a las bandas que quiero. Canté, bailé,
grité, me reí, y lloré como nunca. Va mucho más allá de la música:
cuando quiero a un artista lo quiero por su forma de ser, por dejar el alma en
cada recital y realmente amar lo que hace. Además, Divididos tiene algo muy
especial: sus integrantes pertenecían a Sumo, una gran banda de rock argentina.
Tristemente la voz principal de esta banda falleció en el año 87, y el grupo se
disolvió. Dos de esos chicos, Ricardo Mollo y Diego Arnedo, decidieron que no
iban a dejar que el dolor los consumiera, y formaron Divididos. Escuchar su
música, estar con las personas que más quiero, mirar al cielo y ver a la luna,
todo en el mismo instante... no tiene precio.
Hay
noches que merecen ser eternamente recordadas.
Y
sin lugar a dudas, el 23/11/13 queda para siempre en mi piel.
Un recital de Divididos para los quieran conocer un poquito a la banda.
3 comentarios:
Me alegro mucho que hayas podido ir, noches inolvidables, lo comprendo :D
Me alegro de que te lo hayas pasado tan bien, un besito :)
Estoy de acuerdo con que hay noches que merece la pena recordar
besis
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