Aunque no
podemos adivinar el tiempo que será, sí que tenemos, al menos, el
derecho de imaginar el que queremos que sea. En 1948 y en 1976, las
Naciones Unidas proclamaron extensas listas de derechos humanos; pero la
inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar. ¿Qué
tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si
deliramos, por un ratito? Vamos a clavar los ojos más allá de la
infamia, para adivinar otro mundo
posible:
en
Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se
negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria;
la Santa Madre Iglesia corregirá las erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo;
la Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: Amarás a la naturaleza, de la que formas parte;
serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma;
los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar;
seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo;
la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses;
pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero.
el aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos
humanos y de las humanas
pasiones; en las calles, los automóviles serán aplastados por los perros;
la gente no será manejada por el
automóvil, ni programada por la computadora, ni
será comprada por el supermercado, ni será mirada por el
televisor;
el televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será
tratado como la plancha o el lavarropas;
la gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar;
se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes
viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el
pájaro sin saber que canta y, como juega el niño sin saber que juega;
en ningún país irán presos los muchachos que
se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo;
los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de
consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas;
los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las
hiervan vivas;
los
historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos;
los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer
promesas;
la solemnidad se dejará de creer que es una
virtud, y nadie
tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo;
la muerte y el dinero perderán sus mágicos
poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso
caballero;
nadie será considerado héroe ni tonto por
hacer lo que cree justo en lugar de hacer lo que más le conviene;
el
mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria
militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra;
la comida no será una mercancía, ni la
comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son
derechos humanos;
nadie
morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión;
los niños de la calle no serán tratados como
si fueran basura, porque no habrá niños
de la calle;
los niños ricos no serán tratados como si
fueran dinero, porque no habrá niños ricos; la educación no será el privilegio
de quienes puedan pagarla;
la policía no será la maldición de quienes no
puedan comprarla;
la
justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda
contra espalda;
una
mujer, negra, será presidenta de Brasil y otra mujer, negra, será presidenta
de los Estados Unidos de América; una
mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú;
la Santa Madre Iglesia corregirá las erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo;
la Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: Amarás a la naturaleza, de la que formas parte;
serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma;
los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar;
seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo;
la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses;
pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero.
Fragmento de "La contraescuela", extraído del libro Patas Arriba: La escuela del mundo al revés de
Eduardo Galeano.
3 comentarios:
Genial! me encanta Galeano.
¡Qué grande!
No lo conocía...
Gracias por abrirme las puertas a un nuevo mundo, de nuevo.
Un besazo Ceci, feliz semana bonita :)
Seeeeeeee vamos todos a delirar a Plaza de Mayo!!!!!!
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