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Los que se arriesgan a leer mi locura:

Crono(lógica)mente.

31/7/11

La eñe también es gente.

La culpa es de los gnomos que nunca quisieron ser ñomos.
 Culpa  tienen  la  nieve, la niebla, los nietos, los atenienses, el Unicornio.
 Todos evasores de la eñe.
 Señoras, señores, compañeros, amados niños  ¡No nos dejemos arrebatar la eñe!.
 Ya nos han birlado los signos de apertura, de  interrogación y admiración.
 Ya nos redujeron hasta la apócope.
 Ya nos han traducido el pochoclo.
 Y como éramos pocos, la abuelita informática ha parido un
 monstruoso # en lugar de la eñe con su gracioso peluquín, el ~.
 Quieren decirme qué haremos con nuestros sueños?
 Entre la fauna en peligro de extinción figuran los ñandúes y los ñacurutuces
 En  los  pagos  de  Añatuya  como  cantarán  Añoranzas?  A  qué pobre Barrigón
 fajaremos al ñudo?
 Qué  será  del Año Nuevo, el tiempo de ñaupa, aquel tapado de armiño y la ñata
 contra el vidrio?
 Y cómo graficaremos la más dulce consonante de la lengua guaraní?
 "La ortografía también es gente", escribió Fernando Pessoa.
 Y, como la  gente,  sufre  variadas discriminaciones.
 Hay signos y signos, unos blancos, altos y de ojos azules, como la W o la K.
 Otros,  pobres  morochos  de  Hispanoamérica, como la letrita segunda, la eñe,
 jamás  considerada por los monóculos  británicos, que esté en peligro de pasar
 al  bando  de  los  desocupados  después  de  rendir tantos servicios y no ser
 precisamente una letra ñoqui.
 A barrerla, a borrarla, a sustituirla, dicen los perezosos
 manipuladores de las maquinitas, sólo porque la Ñ da un poco de trabajo.
 Pereza ideológica, hubiéramos dicho en la década del setenta.
 Una  letra  española  es  un  defecto  más  de  los  hispanos, esa raza Impura
 formateada y escaneada también por pereza y comodidad.
 Nada  de  hondureños,  salvadoreños,  caribeños,  panameños.  ¡Impronunciables  nativos!
 Sigamos  siendo dueños de algo que nos pertenece, esa letra con caperuza, algo
 muy  pequeño,  pero  menos ñoño de lo que parece. Algo importante, algo gente,
 algo  alma  y lengua, algo no descartable, algo propio y compartido porque así
 nos canta.
 No faltará quien ofrezca soluciones absurdas: escribir con nuestro inolvidable
 Cesar  Bruto,  compinche  del  maestro Oski. Ninios, suenios, otonio. Fantasía
 inexplicable  que  ya fue y preferimos no reanudar,  salvo que la Madre Patria
 retroceda y vuelva a llamarse Hispania.
 La  supervivencia  de esta letra nos atañe, sin distinción de sexos, credos ni
 programas  de software. Luchemos para no añadir más leña a la Hoguera dónde se
 debate nuestro discriminado signo. Letra es sinónimo de carácter.
 ¡Avisémoslo al mundo entero por Internet! La eñe también es gente.

 María Elena Walsh


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